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Crítica de la Serie Ted Lasso

En un mundo saturado de series cínicas, violentas o cargadas de ironía oscura, Ted Lasso surge como una rara bocanada de aire fresco. No porque sea ingenua, sino porque es emocionalmente honesta, sincera y, sobre todo, sorprendentemente necesaria.

Pero… ¿es esta serie simplemente «demasiado buena» para ser verdad? ¿O hay mucho más detrás de los bigotes, las frases motivacionales y las tazas de té tragadas con cara de sufrimiento?


Una premisa que parecía una broma (y casi lo fue)

Ted Lasso nació como un personaje humorístico creado para un comercial de NBC Sports, promocionando la cobertura de la Premier League. El chiste: un entrenador de fútbol americano que no sabe absolutamente nada de fútbol (el nuestro) es contratado para entrenar a un equipo inglés de élite. La idea era lo suficientemente absurda como para funcionar en tres minutos de comedia. Pero transformarla en una serie dramática y cómica de varias temporadas… eso requería coraje. Y sensibilidad.

Lo que comenzó como una sátira del “americano perdido en Reino Unido” se convirtió en una historia de gran profundidad emocional, donde incluso los personajes secundarios tienen arcos bien desarrollados y espacio para evolucionar.


Ted Lasso no es solo optimismo — es resistencia emocional

Ted, interpretado por Jason Sudeikis con un carisma desconcertante, es más que un hombre amable y optimista. Es un personaje con traumas, inseguridades y heridas emocionales profundas. Su sonrisa amplia, sus chistes malos y su estilo de “coach de vida” disfrazan, a veces, un dolor silencioso que se va revelando poco a poco.

A lo largo de la serie, descubrimos que el optimismo de Ted no es una máscara. Es una decisión. Él elige creer en la bondad de las personas, incluso cuando no la demuestran. Elige tratar a los demás con amabilidad, incluso cuando es recibido con desprecio o sarcasmo. Y tal vez eso sea lo más impactante de la serie: la amabilidad aquí no es superficial, es un acto de valentía.


Personajes secundarios que brillan (y se transforman)

Si Ted es el corazón de la serie, el elenco que lo rodea es lo que mantiene ese corazón latiendo. Y es precisamente el desarrollo de los personajes secundarios lo que hace que Ted Lasso crezca con cada episodio.

Rebecca Welton, interpretada por Hannah Waddingham, comienza como una villana clásica — la dueña del club que quiere destruir al equipo por venganza. Pero rápidamente se convierte en una figura compleja, vulnerable e inspiradora. Su amistad con Ted (sin romance de por medio) es una de las relaciones más bien construidas de la serie.

Roy Kent (Brett Goldstein), el exjugador gruñón con vocabulario de marinero ebrio, es otro punto fuerte. El contraste entre su dureza y el cariño que muestra (especialmente con su sobrina Phoebe y con Keeley) es uno de los momentos más humanos de la trama.

Keeley Jones (Juno Temple) escapa del estereotipo de «novia de futbolista» para convertirse en una mujer independiente, creativa y ambiciosa.

Y también están Jamie Tartt, Nate, Beard, Sam… Todos tienen sus propias historias. Todos cometen errores. Todos evolucionan.


Humor sin necesidad de burlas ni ofensas

Fonte: TMDB

Una de las mayores virtudes de la serie es que es divertida sin necesidad de recurrir a la humillación. No hay gordofobia, machismo disfrazado de chiste, racismo encubierto ni comentarios crueles. El humor es ligero, basado en situaciones absurdas, malentendidos culturales y diálogos inteligentes.

La serie también juega con referencias de la cultura pop, juegos de palabras y una buena dosis de autocrítica. Y cuando el humor da paso a momentos emocionales, el equilibrio entre comedia y drama funciona como un reloj suizo — algo que muchas series intentan y pocas logran.


El fútbol es solo el telón de fondo — y está bien

Aunque la serie se desarrolla en el mundo del fútbol inglés, no necesitas saber nada de deportes para conectar con la historia. El fútbol es un escenario. Es el hilo conductor que une a los personajes, pero no es el centro de la trama.

De hecho, la propia idea de «ganar» es desafiada constantemente. A veces el equipo gana, a veces pierde, pero lo importante son las relaciones humanas, las decisiones éticas, el crecimiento personal. El fútbol es metáfora: de trabajo en equipo, de humildad, de superación del ego y, sobre todo, de entender que crecer duele, pero vale la pena.


Salud mental, masculinidad y vulnerabilidad

A lo largo de sus temporadas, Ted Lasso aborda temas delicados con gran sensibilidad: ansiedad, ataques de pánico, depresión, traumas de la infancia. Y lo hace sin caer en clichés ni en lecciones moralistas.

Ted, por ejemplo, se resiste durante mucho tiempo a la idea de hacer terapia. Como muchos hombres, ve eso como signo de debilidad. Pero con el tiempo entendemos que la verdadera fuerza está en pedir ayuda. En admitir: “no estoy bien”. En llorar si es necesario.

La serie también deconstruye el concepto tóxico de masculinidad. Muestra hombres afectuosos entre sí, vulnerables, respetuosos. Muestra a un entrenador que prefiere formar personas antes que formar campeones. Y eso, en la televisión contemporánea, es revolucionario.


Una estética cálida y reconfortante

Visualmente, la serie también brilla. Los colores son cálidos, la fotografía es acogedora, y los escenarios (como el vestuario del equipo, el pub local o el consultorio de la Dra. Sharon) se vuelven parte integral de la narrativa.

La banda sonora merece mención aparte. Con una selección cuidadosa de canciones — desde clásicos británicos hasta temas más actuales —, la música guía las emociones sin manipularlas.


Críticas y tropiezos en las últimas temporadas

Pese al éxito y los múltiples premios (incluidos varios Emmys), Ted Lasso también recibió algunas críticas, sobre todo en su tercera temporada. Algunos episodios se alargaron demasiado, y el ritmo perdió algo de su frescura inicial. También hubo quienes sintieron que ciertos arcos narrativos se apresuraron o quedaron poco claros.

Sin embargo, la serie nunca perdió su esencia. Incluso cuando tropieza, lo hace con sinceridad. Y quizás esa sea su mayor virtud: no busca ser perfecta — busca ser real.


Un final que emociona sin endulzar demasiado

Sin spoilers: el final (al menos de la historia de Ted) fue coherente con todo lo que la serie nos había mostrado. Nada de giros espectaculares. Fue emocional, agridulce, simple. Como la vida misma. Y, como todo en Ted Lasso, el foco estuvo en el viaje, no en el destino.


¿Vale la pena ver Ted Lasso?

Sí.
Y no solo por ser entretenida. Ted Lasso es una serie que cree en lo bueno. Que no teme emocionar. Que construye personajes humanos, con defectos, virtudes, contradicciones y evolución.

No es una serie para quienes buscan acción, giros inesperados o humor ácido. Es para quienes valoran una narrativa que abraza, que cuida, que inspira. Para quienes creen (o quieren volver a creer) que aún hay espacio para la bondad en medio del caos.


Conclusión: No subestimes el poder de una historia amable

En tiempos de polarización, velocidad y sarcasmo constante, una serie que defiende la empatía, la escucha y la amabilidad puede parecer fuera de lugar. Pero justamente por eso, llega en el momento indicado.

Ted Lasso nos invita a creer, una vez más, en las personas. Y lo hace con ternura, con humor, con profundidad. Nos recuerda que la vulnerabilidad es una fortaleza, que cuidar de otros no es debilidad — y que sí, ser amable todavía está de moda.